Eran apróximadamente 8 kilómetros de caminata desde el lugar donde se hacía el respectivo ingreso. Un camino en ascenso sobre el nivel del mar y nada de plano en algunos momentos. Seguramente no era el monumento natural mejor guardado de este rico país, pero eso no significaba que la caminata emprendida no diera un fruto a la vista en todo su extensión. El paisaje era hermoso, no por que hayan sido praderas verdes y radiantes, sino porque era algo distinto... caminos rocosos, una vegetación seca y distinta a los campos que se acostumbran a ver en películas o paisajes más paradiciacos.
A pesar de todo, algo que me llamaba la atención, como mencioné antes, era la casi nula intervención del hombre en este lugar, ya que era algo que le daba un valor adicional al lugar para mí y como si las montañas guardaran celosamente este monumento.
Creo que iré más de alguna otra vez, podría ser porque el lugar era bonito, porque el ejercicio hace bien o simplemente porque quiera levantarme una mañana en Baños Morales y partir de nuevo a ese lugar, a disfrutar de algo naturalmente bello.
No comments:
Post a Comment